Por ella
- Si quieres que sea feliz, lárgate.
Estaba muy enfadada, harta, hasta el coño de aguantar a mi hija adolescente.
Había dejado los estudios, y lo poco que tenía examinado, eran insuficientes.
No era lo peor.
Me enteré hace unos días que la pequeña se drogaba. Con sus dieciocho años recién cumplidos y ya andaba por ahí.
Me hacía sentir mal cada día, humillándome delante de los vecinos del rellano. También delante de sus jodidos ( me sale decir) amigos que la mal influenciaban.
Cuándo dió el portazo en mayúsculas, mis lágrimas amargas brotaron de golpe.
¿ La volvería a ver?
Que complicado era todo...
Me sentía furiosa. Agonizaba de tener tanto conocimiento de la vida de mi hija. Quería poner un tupido velo para esconder sus desgracias. Pero no podía. Era peligroso.
Empecé a lanzar los cojines del sofá contra la pared, esclató una ira entre cojines brutal.
Luego me di asco absoluto. No podía actuar así, tal vez si Miguel siguiera con vida, él sabria educarla mejor.
A mi me pisoteaba.
Por eso esta vez le dije que se fuera.
No aguanto más.
Me estoy matando en cuidarla y ella se me escapa de entre las manos temblorosas y resbaladizas.
Un momento.
No puedo asumirlo.
¡ Se ha ido sin el móbil!
Encima está apagado.
¿ Pero esta chica?
¿ La habré cagado?
Dios mío, que no le pase nada.
No me lo perdonaría jamás.
Dos horas más tarde, llaman a casa un número oculto.
- ¿Diga? - mi voz no tiene fuerzas.-
- Mamá, soy yo. Tenías razón mejor me voy de casa. Estaré bien no te preocupes por mi. Chao.
Y cuelga sin dejarme hablar.
Estoy destrozada, el tiempo no pasa y mi herida es cada vez mayor.
No puedo sanarla sin hablar con ella.
Pero pasan los días (como puedo) y no vuelve a llamar.
No sé si llamar a la policía.
Cuándo menos me lo espero, me llaman del hospital.
¡Mi niña, no! ¿ Por qué?
Está ingresada a la quinta planta, habitación veintisiete.
Por una sobredosis d'heroína.
No puede ser.
Entro y está completamente sedada, no la quiero despertar.
Se ve que estos días ha estado en casa de su novio. El cuál lo conozco allí.
No se ve mala gente, al contrario.
Me cuenta la turbia historia de mi niña.
Antes de conocerle a él, se juntaba con una panda de gamberros.
Quería evadirse de los problemas que tenía en casa conmigo, los estudios ( que no se concentraba) , la pérdida de su padre a edad prematura...
Por eso en esas sustancias encontraba el "poder" que le faltaba para aguantar el día a día.
Cuándo él, (novio actual) la conoció la ayudó todo lo que supo. Llevaba días limpia. Pero tuvieron una fuerte discusión y aquí estábamos todos...
Decidimos llevarla a un centro de desintoxicación.
Estuvo allí seis meses y la visitábamos él y yo solamente. Nadie más tenía acceso.
Cuándo vino el dia de abandonar el centro para siempre ( crucemos los dedos), le preguntamos con quién iba a vivir... Y nos sorprendió.
- Con los dos. Así estaré más segura. Necesito protección. Lo que uno no puede darme, lo tiene el otro y viceversa. ¡ Os quiero! A los dos.
La verdad es que no me pareció nada mal. Ni fuera de contexto, ni lugar.
Fué muy acertada su respuesta y su novio me caía francamente bien.
Así que Leo vino a vivir con nosotras en la casa.
Puede que lleguen días sumamente complicados y duros, pero allí estaremos POR ELLA.
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